sábado, 25 de septiembre de 2010

Desembarco de CARLOS V


Las modernas gradas con capacidad para 3.000 personas dieron un aire espectacular al conjunto. El despliegue de watios de luz a lo largo de un Palenque de setenta metros de largo por treinta de ancho confirió al recinto la elegancia que requiere una cita señalada en rojo intenso en el calendario laredano. A reseñar la notable mejoría que año tras año se detecta en la puesta a punto de las vestimentas con las que desfilan las más de cincuenta agrupaciones que integran el cortejo imperial. Desde el elenco de la asociación “El Palenque” –con un apuesto Tiziano infiltrado por vez primera en sus filas- hasta esa legión de soldados que contribuyó a subrayar el carácter solemne del desfile. Los más de 600 protagonistas de tan colorista parada festiva merecen un aplauso por su tenacidad ante lo desapacible del tiempo.

La arribada del Emperador fue saludada por las pertinentes veintiún salvas de honor. Y tuvo su pequeña anécdota en la necesidad que su majestad tuvo de que nuestro versátil compañero Noé del Río hiciese de intérprete de sus palabras. Enlazando, sin solución de continuidad, un “¡Viva el Emperador!” que, con el personaje histórico en cuestión, lejos de chirriar, subrayó el egocentrismo de quien proclamaba llegar dispuesto a rendirse preparando su destino de ultratumba, sin estar claro si del lado del azul celeste o del infierno.

El momento de los discursos volvió a acapararlo quien en el guión aparece glosado como Corregidor de Cantabria pero que cada año puja con más insistencia por el papel de bufón de la Corte. Con gran éxito, por cierto. Esta vez tocó reírle gracias varias en un discurso anacrónico como nos tiene acostumbrados. Achacando los rigores de la crisis a la Merkel alemana –que no es una marca de cerveza-; y pavoneándose de que, por fin, el año que viene el Emperador podrá desembarcar en el nuevo puerto. Sin avergonzarse ni por asomo del desprecio que supone inaugurar tamaña infraestructura sin que exista un pabellón de remo que ponga a buen recaudo las raíces marineras de la villa. Causó envidia sana contemplar en mitad la bahía, junto al Far barcelonés, al Saltillo vizcaíno y al Cantabria Infinita de la Tierruca, -que hoy sábado y mañana domingo pueden visitarse en el puerto- una embarcación histórica impulsada a golpe de remo y llegada de la vecina Castro Urdiales, promovida por la asociación Cantu Santa Ana. Un detalle que sólo percibieron quienes ocupaban las gradas más elevadas y más próximas al agua. Quizás por eso Revilla ni se enteró y siguió a lo suyo. Por supuesto, no faltó la alusión al AVE, con el que pronosticó que en el 2015 el Emperador podría llegar hasta Valladolid. Sólo por semejante disparate merecería Revilla pasar la noche en galeras. Aunque aún lo arregló más cuando se refirió a doña Bárbara Blomberg, su amante –del Sire- afincada en Colindres, afeándole que una vez al año es alargar en exceso el plazo para cortejar a una dama. Genio y figura Revilluca. Que once años después aún no ha reparado en que es el único que se sale del guión de la recreación histórica. Sin saber el público a qué se debe esa licencia. Ni a qué espera el duque de Heineken en disponer su reclusión en una celda de aislamiento.

Previamente a la irrupción del cortejo en el arenal, la espera estuvo amenizada por los integrantes de la asociación de cetrería “La Alcándara”, con Urko en labores de locutor, y Mario y “Seti” lanzando a volar, sucesivamente, un búho, una lechuza común, un halcón sacre y águilas de Harris –“los lobos del aire”- en una jornada que el propio Urko confesó ser más propensa para volar “patos”.

Cuando la Peña del Tío Simón interpretó la Salve Marinera, dio inicio la segunda parte del recibimiento. Con una ofrenda local a cargo del grupo “Aldaba”. Y con los “Lobos Negros”, quienes escenificaron los inicios de las guerras modernas, con la irrupción de la pólvora. Sin solución de continuidad llegó el momento de los combates entre caballeros, en una magnífica aunque excesivamente larga interpretación a cargo de la compañía “Drakonia”. Pasadas las diez y media de la noche, las huestes imperiales pusieron rumbo al Túnel para degustar una sabrosa cena de las de quitar el hipo.

Hoy sábado el programa festivo sigue. Con mercado, campamento, talleres, y con un espectáculo pirotécnico en la plaza de los Pescadores, a partir de las 22:00 horas. “La leyenda de los pueblos olvidados”, a cargo de Carros de Foc Teatre. Disfruten hasta caer rendidos. Y ya saben: al mal tiempo…¡que le den!

No hay comentarios:

Publicar un comentario